29 de mayo de 2008

Recomendaciones para beber tranquilo



“La civilización comienza con la destilación.”
William Faulkner

Por: Salvador Munguía

1. Jamás bebas con tu novia o prometida. Hablarán del terrible futuro; boda, hijos, casas, viajes. Que asco. Si estas casado, ni hablar.
2. Hazlo con alguna amantilla, con mujeres ajenas, con algún affaire, con la hembra de tu amigo. Si se puede la última opción, mejor. Aprovecha y pregúntale como le gusta que se la coja tu camarada, ¿de a perrito?, ¿de cucharita? Insinúale que si quiere conocer una mejor.
3. Cuando bebas con una dama, no le preguntes que quiere, ordena lo que bebes tú. Sino quiere que se aguante. Nada de medias de seda, piñas coladas, correcaminos, alfonsos, margaritas o bebidas que se les parezcan. Ah, los baylis si, con tres, se empiezan a bajar los calzones.
4. Nunca se te ocurra beber alguna bebida de las mencionadas anteriormente. Tu hombría dará de qué hablar. Con el perdón que me merecen, es para mariquitas.
5. No mezcles marihuana con alcohol, es de mal gusto. Mucho menos con coca, ¿de que sirvió que te pongas pedo?
6. Si estas triste es bueno beber ron. Si estas alegre también.
7. Recuerda que los alcohólicos bebemos para olvidar que bebemos
8. Es recomendable beber solo y en tu casa. Evitarás gastos excesivos, mordidas a policías corruptos, algún pendejo (a) que se atraviese a mitad de la noche, amigos nefastos que siempre hablan de lo mismo, o compañeros de trabajo acomplejados y envidiosos.
9. Bebe con tu jefe de trabajo, mentale la madre y dile lo ignorante que es. Al día siguiente actúa como si tuvieras amnesia y ve buscando una nueva chamba.
10. Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios
11. Si bebes con tu padre, repróchale lo culero que es, recrimínale su ausencia, su mal humor, su frialdad. Pregúntale si se sigue cogiendo a tu tía, o a quien tú quieras. Hazle saber que gracias a él, tienes pocas virtudes y un chingo de defectos. Al día siguiente busca un nuevo lugar donde vivir.
12. Bebe por ocio, por angustia, por rencor, por desprecio, por traición. ¡Que diablos! Para eso sirve el alcohol, para destruirse uno antes que los otros lo hagan.
13. Bebo para olvidarte. Ahora te veo doble.
14. Beber no es un placer, no es un acto reflejo, no es una enfermedad. Es una necesidad.
15. Beber es recorrer caminos atractivos, desconocidos, peligrosos, emocionantes.
16. No es cierto, beber, es una mamada.
17. No bebas los domingos, es día de reposo.
18. Un buen alcohólico debe comer bien, la comida es la parte material, el trago es la parte espiritual de nuestro alimento.
19. Una alternativa es, como dice mi amigo El Pistico, “hoy ya salió para beber, mañana para comer, ya Dios dirá”.
20. Coge cuando estés crudo. Se te para como nunca y no te vendrás como acostumbras, ¿dos minutos, tres?
21. Bebe con cadencia, ritmo, no te hará más hombre beber con arrojo y desfachatez. Eso déjaselo a los fantoches.
22. Bebe de un solo y brusco trago, proporciona un shock estimulante que provee de unos segundos de lucidez únicos, preciosos.
23. No hagas mucho caso al dolor de tu riñón o hígado. Seguro es por la práctica del squash.
24. El señor bebedor no se deja engañar por la semántica al uso. Beber no es lo mismo que trincar, tragar, tomar, ingerir, consumir, absorber, sorber, succionar o chupar tal como cualquier diccionario de sinónimos propone. Tampoco bebedor connota ebrio, beodo, borracho, alegre, embriagado o bebido. Tales falacias lexicográficas son fruto de tiempos errantes y errados capaces de acabar con un Ars Combinatoria sólo porqué su práctica conlleva riesgos para la necia salud idolatrada de un hipotético hígado.
25. Adecua cada copa a tus necesidades y deseos. El ron para llorar, el tequila para estimular, whisky para comenzar, el vodka para enloquecer, la charanda cuando estas jodido, la cerveza para curar. Solo los tontos beben (como yo) cualquier cosa.
26. El alcohol no mata la amargura de tu espíritu, ni las penas de amor, solo las adormece.
27. Si crees que bebiendo, escribirás como Baudelaire, Thomas de Quincey, Dostoyevski, o como la interminable lista de escritores norteamericanos (todos borrachos) Faulkner, Hemingway, Poe, Jack London, Fitzgerald, Capote, Kerouac, Charles Bukowski, (que es mucho mejor bebedor que escritor) o Raymond Carver, (mucho mejor escritor que bebedor) o ya de jodido como, Eusebio Ruvalcaba o Fadanelli. Te equivocas, terminaras escribiendo pendejadas, como ésta.
28. No olvides que se bebe como se muere: solo.


21 de mayo de 2008

Los libros, ¿Para qué?

Rafaela R.

Cuando tu precaria formación académica viene de escuelas públicas, tarda una en ver la utilidad de la lectura y en mi caso, “un debe ser” cuando pensaba en la lectura, torpemente asistía a la única biblioteca pública con los libreros al alcance, tropezando con páginas ilustradas algunas coloridas y otras pálidas en su impresión, sin embargo andaba a ciegas, esto suele pasar cuando no hay hábito de lectura ni atrás, ni a un lado, ni adelante, en tu círculo de convivencia, y tratas de entender el porqué de esta práctica.

En verdad es cosa de azar toparse con la literatura o el arte en este país, con el grueso de la población con salarios mínimos y con formación en escuelas públicas.

Y en este tratar de entender el sentido de la palabra escrita, hago referencia a algunas reflexiones de Mario Vargas Llosa en este tema, aunque un poco extremista al declarar a la lectura como la única rama de las humanidades capaz de preservar una visión integradora en contraposición a la especialización, cito “la verdadera vida, la vida por fin esclarecida y descubierta, la única vida por lo tanto plenamente vivida, es la literatura, según lo afirmó Marcel Proust”.

Sin embargo encontramos también la referencia de que a Borges lo irritaba que le preguntaran: ¿Para qué sirve la literatura? Le parecía una pregunta idiota y respondía: ¡A nadie se le ocurriría preguntar cuál es la utilidad del canto de un canario o de los arreboles de un crepúsculo¡ En efecto si estas cosas bellas están allí y gracias a ellas la vida, aunque sea por un instante, es menos fea y menos triste, ¿no es absurdo buscarles justificaciones prácticas? Sin embargo a diferencia del gorjeo de los pájaros o el espectáculo del sol hundiéndose en el horizonte, un poema, una novela, no están simplemente allí, fabricados por el azar o la naturaleza. Son una creación humana, la literatura.

Vargas Losa es aún más cruel y realista al afirmar de la literatura:

Uno de sus primeros efectos benéficos ocurre en el plano del lenguaje… Una humanidad sin literatura se parecería mucho a una comunidad de tartamudos y de afásicos, aquejada de tremendos problemas de comunicación debido a lo rudimentario de su lenguaje. Una persona que no lee, o que lee poco, o lee sólo basura, puede hablar mucho pero dirá siempre pocas cosas, porque dispone de un repertorio mínimo y deficiente de vocablos para expresarse. No es una limitación solo verbal; es, al mismo tiempo, una limitación intelectual y de horizonte imaginario, porque las ideas, los conceptos mediante los cuales nos apropiamos de la realidad, no existen disosiados de las palabras.

La lectura nos da también un sentido más integral del ser humano y su relación con los otros, es decir, con nuestro contexto. Al respecto, afirma también Vargas Llosa

Gracias a la literatura, elevó las posibilidades del goce humano, y, e lo relativo al amor, sublimó los deseos y dio categoría de creación artística al acto sexual. Sin la literatura no existiría el erotismo. El amor y el placer serían más pobres carecerían de delicadeza y exquisitez, de la intensidad que alcanzan educados y azuzados por la sensibilidad y las fantasías literarias. No es exagerado decir que una pareja que no ha leído a Garcilaso, a Petrarca, a Góngora y a Baudelaire ama y goza mejor que otra de analfabetos semiidiotizados por los programas de televisión.

Entonces, comienza a tener sentido la lectura...

20 de mayo de 2008

Julia cree que fumo porro


Francisco Valenzuela

La siguiente historia no debe ser leída por nadie, a menos que sea un miserable. Así inicia la novela de un escritor escocés que leí hace tiempo, pero eso poco importa. Estamos en épocas en que el mundo lo mismo se solidariza para ayudar a víctimas de maremotos, que para bombardear ciudades de por sí en ruinas. Nada menos ayer me subí al microbús y una mujer me pidió dinero para los huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús. Cuando me negué, se dio la vuelta y pude observar unas bellas nalgas. ¿Por qué se dedica a pedir limosna pudiendo vender su cuerpo? Estoy llevando este relato a dimensiones absurdas. ¿No es así mi vida?

Era la una de la tarde de ayer cuando abrí un libro sobre el futuro de la humanidad. Las ciudades estarán bajo el fango, los reptiles devorarán a la especie humana y regresaremos al triásico. Aunque la obra consta de 222 páginas, las palabras anteriores la resumen por completo. Se ha hecho costumbre en mis amigos citarme a cierta hora para después hacerme esperar como un imbécil. Ahí estaba, a la una de la tarde, esperando a uno de esos idiotas, cuando comencé a leer la historia descrita. Una extraña tarde comenzaba. La primera línea decía que “un curioso silencio se cernía sobre la nave”, pero mis ojos y cerebro cambiaron el “cernía” por “servía”. Ahí no acabó todo; conforme avanzaba en la lectura, las palabras cambiaban dando una connotación completamente errónea a la historia. Así, fui confundiendo barco con banco, baranda con barranca, nítidas con nutridas, carcomidas con calcolmanías y un sinfín incoherencias. Cerré las páginas y traté de recordar cuándo fue la última vez que consumí heroína. O tal vez es que recientemente estoy apasionado con las ecuaciones de tercer grado; paso noches enteras resolviendo ejercicios matemáticos que, estoy seguro, me servirán para un carajo. ¿Por qué mi cerebro no está dando la orden de leer como se debe? ¿Estaré necesitando anteojos? Me cansé de esperar y salí rumbo a ninguna parte, sólo quería caminar, despejarme y recibir algunos rayos de sol.

Dos horas más tarde mi estómago pedía algo de alimento. Por la mañana sólo tomé café y unas galletas que compro desde hace una semana; en el interior viene una calcomanía de extraterrestres en tercera dimensión. Recordé que días atrás conocí a un tipo dueño de una tortería, quizá me recordaba y decidiría no cobrarme. Al final preferí evitar que me viera como un oportunista y me dirigí a una cuadra de distancia, en una fonda donde además de una estufa había videojuegos. Aunque mi decisión era pedir guisado, le dije a la mesera que me sirviera una torta, acompañada de un café americano. El calor me abrumaba, un jugo de naranja o una cerveza hubieran sido mejor que un café, pero, al igual que en la lectura, una vez más mi cerebro estaba desconectado y me hacía comportarme en contra de mis deseos. Cabe apuntar que el servicio fue pésimo, pues la torta contenía una milanesa mal cocida y el café me lo dieron con 25 minutos de retraso. Por supuesto que no les iba a pagar ni un centavo. Cuando la muchacha se acercó a mí, dejó una nota por 32 pesos. Los puse sobre la mesa y me largué sin decir ni pío.

A Julia la conocí en un verano. Llegué a mi clase de alemán cuando la encontré sentada, platicando con mi amigo Ramiro, un aficionado a la música hindú y las artes marciales. La conversación me pareció tan soez, que salí a fumar mientras el profesor arribaba. No sé en qué momento la empecé a amar. De pronto despertaba pensando en ella o soñaba que era mi esposa mientras yo purgaba una condena de 20 años en prisión. Por varios meses se convirtió en una obsesión, pero mi timidez no me permitía expresarle mis sentimientos, hasta que un día, en mis cinco sentidos, me armé de valor y le solté la sopa.

Julia nunca me había llamado por teléfono, pero ayer lo hizo. Me invitó a una fiesta en casa de Alicia, que ya rebasa los 30 años. Pensé entonces en agradecer que me tomara en cuenta y ofrecerme a pasar por ella en mi viejo Ford 89. “No sé si pueda”, le dije y colgué.

La casa de Alicia es muy pequeña. Las fiestas que realiza generalmente terminan en orgías incómodas, pues uno acaba fornicando sobre la estufa o la lavadora. Pero Julia no es una mujerzuela que merezca ser tratada como objeto del deseo. Me acerqué a ella para conversar sobre el expresionismo alemán y la visión que Bergman le dio al género. Cuando la tuve de frente, le pregunté si aún estaban abiertas las inscripciones para el taller de Serigrafía. No dijo nada, me tomó de la mano y me llevó a las escaleras, fuera del departamento. “¿En verdad estás enamorado de mí, Joselo?” Sus ojos miraron a los míos sin parpadeos, el rocío de la media noche caía sobre mi cabeza, un viento helado rechiflaba en mis orejas. “Eres una mujer maravillosa, inteligente y frágil. Cómo puedes dudar que te quiera.” Era un argumento convincente, lejos de la cursilería pero sólido como un mármol. No me atreví a pronunciarlo. Le dije que aquella noche, cuando le declaré mis emociones, había tomado demasiado alcohol, que no sabía lo que decía. Saqué de mi abrigo un último cigarrillo y lo encendí con un pulso desastroso. “Fumas muy chistoso, como si fuera marihuana”. Me dejó solo, regresó al departamento donde la música de Janis Joplin amenazaba con enfurecer a los vecinos. Diez minutos más tarde entré para despedirme; ahí estaba Julia, haciendo el amor recargada sobre la mesa de centro, cuyas patas eran rodeadas por charcos de vómitos y alcohol desperdiciado.

13 de mayo de 2008

El imprescindible

Salvador Munguía Salcedo

Led Zeppelin

-BBC Sessions-

(1997)

Para mis padres

Me vale madres que me escuche un tanto mamón. Lo cierto es que crecí en un hogar donde se respiraba, se olía, se bebía, se vivía, se palpaba, (y lo que ustedes gusten agregar) únicamente puro y absoluto rocanrol. Nunca escuché a mi padre poner un disco de José José, de Chente, o del maestro José Alfredo. Afortunadamente la trova tampoco tuvo cabida en nuestra morada. Ni que decir de la norteña o algún género parecido. Si acaso, y muy poco, música clásica. Mi madre no se queda atrás, recuerdo la escoba y el trapeador a ritmo de Elvys, de Chuck Berry. Huelo el pinol y a mi memoria surgen estribillos de canciones de Grand Funk, de Pink Floyd, (no sé porque a mi progenitora le surgían unas ganas tremendas de hacer el aseo, escuchando el Dark side of the moon).

Y aunque mis padres tienen pocas cosas en común, algunas trivialidades los hace el uno para el otro. Por supuesto, uno es el rock, otro, escucharlo a un volumen aterrador, y otro más, una bandota de nombre Led Zeppelin. Hace poco fui al otorrinolaringólogo debido a una sordera leve en mi oído derecho. Me preguntaba el doctor si usaba mucho el iPod, si había recibido algún golpe, o si…lo interrumpí... mis padres eran y son los causantes de mi temprana sordera. Concluí. A la fecha estoy en espera de un aparatito que me hará parecer más anormal de lo que ya parezco. Como podrán imaginarse, escuchar la música tan alta me pone un estado paranoico. Pero sería imposible no hacerlo con uno de tantos grupos que con esmero mis progenitores se encargaron de recomendarme e inculcarme, y afirmar con suma convicción que se trataba de una de las mejores bandas de todos los tiempos, sino es que la mejor: Led Zeppelin.

¿Pero no se supone que en el CannibalTwist se reseñan discos y propuestas nuevas? La verdad no lo sé, pero suena lógico. Para qué escribir de algún grupo o disco que ya fue reseñado hasta el cansancio. Pero al carajo.

Lo cierto es que se trata no sólo de uno de los discos más espectaculares que se hayan grabado en vivo, sino que estoy seguro que si se reseñó, pasó desapercibido. Pero posiblemente exagere o me gane lo fan que he sido de Zeppelin a lo largo de mi vida.

Este disco doble corresponde a la recopilación de tres sesiones para la BBC de Londres. El primero ocurrió en el año de 1969, el segundo disco es un concierto grabado en el Paris Theatre de Londres, esto en 1971. Pero no fue hasta 1997 que Atlantic Records decidió remasterizarlo y publicarlo. El primer disco contiene 14 canciones de los cuales algunos se repiten dos veces con distintas versiones. Tal es el caso de los dos cortes que abren el disco 1; “You shook me” y enseguida “I cant´quit you baby” con ese blues-rock-pétreo al que nos tenían acostumbrado. Su sonido duro y personal con dos versiones inéditas (incluida la original) de la estupenda “Communication Breakdown”. Mención honorífica de la maravillosa “Dazed and Confused”, y, claro, no podía faltar la clásica ““Whole Lotta Love” con los excitantes lamentos de Robert Plant. El final de este primer disco es asombroso con once minutos de incondicional y excelso rockanrol que corresponde a una joya titulada “How many more times” donde destacan las cualidades de cada uno de los integrantes de esta genial agrupación, pero sobre todo ocurre un constante juego entre guitarra y voz que pareciera como si tratara de un mismo instrumento.

Para el disco 2 viene la mejor parte. De inmediato se reconoce el poder y la agresividad con aullidos de aaaa, aaaaa... es “Inmigrant song”. Los requintos inigualables de Page en “Heartbreaker". Enseguida viene uno de los mejores cortes de Led Zeppelin, un tema para enamorados: se recomienda escucharlo al lado de su bien-amada, o de perdis una linda señorita, y susurrarle al oído “Baby since i`ve been loving you, i`m about to lose my worried mind” (“desde que yo te amo, he empezado a perder la cabeza”). “Since i've been loving you" genera un clima único; el solo de la guitarra de Page suena igual de desgarrador que la voz de Plant, pero la dulzura se termina cuando uno comienza a escuchar los batacazos de las manos del espectacular John Bonham en la roquerísima “Black Dog”. Repite “Dazed and Confused” pero con una versión que rebasa los 18 minutos y con un debraye de güevos de más de ocho minutos en donde cada uno se rifa con sus respectivos instrumentos; la magia de Page en la guitarra, con riffs fuera de serie; el poder y fuerza de Bonham, la elegancia y precisión de Paul Jones en el bajo y la orgásmica voz de Robert Plant. Hasta aquí podría morir feliz, pero aun no termina. Viene esa canción escuchada hasta el hartazgo: “Stairway To Heaven” (no por nada es la partitura más vendida en la historia de la música rock, con más de 1.2 millones de ejemplares); lo mejor es el órgano sombrío de Paul Jones, y claro, el solo (otra vez) de Jimmy Page, que al final del corte es increíble. La melancólica “Going to California” da pie al set acústico junto a la nostálgica “That´s the Way”, y una vez más, “Whota Love”. El extra es que incluye un popurrí de canciones clásicas de rocanrol, y como a manera de agradecimiento terminan con esa baladilla titulada “Thank you”.

Aquí termina este disco doble de la posible mejor banda de Rock&rRoll de todos los tiempos.

Un disco imprescindible, no sólo para los seguidores y fans, sino para cualquiera que se diga afecto al roncanrol.

Postdata: Agradezco a mis padres que antes de La Biblia y el fútbol, me inculcaron el culto por la música: por el rockanrol.


8 de mayo de 2008

La nueva avenida de la Santidad.

Gaspar Aguilera Díaz-Rafaela R.

La guerra es la paz, la libertad es esclavitud, la Ignorancia es la fuerza - tres simples mensajes del Ministerio de la Verdad, uno de los más importantes órganos del poder del estado. El culto y adoración del poder, el sometimiento a una única idea justa, la obcecación, la pasividad, son los rasgos de la sociedad descrita en 1984 por George Orwell.

Estamos en el año 2008 y nuestra comunidad provinciana pareciera cumplir al pie de la letra con el culto y la adoración al poder sobrenatural que tanta falta hace en estos tiempos privatizadores y difíciles. Nuestros gobernantes concretan sus obras a veces innecesarias para la comunidad, pero obedeciendo a los fuertes intereses del poder económico, sin ningún reclamo u oposición por parte de la sociedad, como es el caso de la construcción del monumento al papa Juan Pablo II en Santa María, la avenida principal lleva desde entonces este mismo nombre. Ahora, ya existe un motivo más que justificado para construir el mega túnel tan defendido por el expresidente municipal Chavo López. Dicho monumento es la razón para que los niños de escuelas primarias y de los orfanatorios, guiados por las monjas vayan y dejen flores como ofrenda a sus pies, y bravo por la comunidad católica, por si nos faltara algo, otro monumento a un ídolo más. En Italia y Polonia deberán estar orgullosos de esto que se les ocurrió a los michoacanos bienpensantes aquí en la ciudad, ya que ni siquiera ellos han considerado rendir homenaje a quien no ha sido verdaderamente trascendente en otro espacio que el de su propia investidura.

En realidad se desconoce el apoyo directo del papa Juan Pablo II a esta comunidad, o bien, las obras sociales que lo hicieran merecedor a tal homenaje, pero tal vez -queremos pensarlo así- la comunidad se vio grandemente beneficiada con esta divinidad durante el año del jubileo, en el que las indulgencias fueron al dos por uno.

Estamos inmersos en una especie de cultura a los ídolos y personajes desechables inventados según los tiempos políticos que corran, creándolos como anzuelos para mover a la mass media en la dirección y momento requeridos. Esto nos demuestra por otra parte, el fiel y cada vez más fuerte apoyo mutuo entre el gobierno en turno y una iglesia cada vez más desacreditada.

¿Servirá siquiera la estatua para sacar de la crisis al país malgobernado por Felipe Calderón, o bien para exonerar y bendecir al hábil empresario mexicano-español Juan Camilo Mouriño?



Tormentos

La soledad es insoportable, a solas conmigo mismo, a solas con mis pensamientos. No sé como distraerlos, como atontarlos para que no me atormenten. Surge entonces la rabia ante la impotencia, y la agresividad es un pequeño paso que doy en este estado. Sentirse solo y estar solo no es lo mismo, pero en mi caso, sí, me siento solo aún cuando no estoy solo, pero lo siento mucho más cuando esa soledad es también física. ¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada? Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he podido estar aquí y aún estando aquí, solo pienso en cómo salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiera estado. Y de esa manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca.

Emile Cioran