26 de mayo de 2009

DÍAS CANNIBALESCOS EN CANNES



Por: Gilberto Pizarro

─ ¡Chava! ¡Chava!
─ ¿Qué onda cabrón? ¿Vas a entrar a ver la película?
─ Si guey, si quieres te aparto lugar adentro, ya sabes yo entro más rápido.
─ Vientos nos vemos adentro.

Para entrar a las proyecciones para prensa en el Festival de Cannes tienes que formarte, las acreditaciones están por categorías, cuando desconocen de que medio vienes o simplemente cuando se trata de un medio primerizo, tu acreditación es color amarillo, así que deberás esperar a que los de rango más alto, entren primero que tu, y si por casualidad se agotan los asientos, te pierdes la función.
─ Gracias cabrón.
─ Oye, ¿Por qué me dijiste Chava? ….Si hay algo que más me emputa es que me digan Chava. Ya ni te iba apartar lugar.

─ Discúlpame, no sabía que te molestara tanto, tengo amigos que se llaman Salvador y siempre les he dicho Chava o Chavo, pero bueno ya no te enojes Chavita.
Era ya sábado por la tarde, y después de esa breve plática con el Chavita la conversación no volvió a ser la misma. Salvador alias Chavita, es esposo de la N, la buena amiga N (amiga de muchos que leen este blog), es quien me había animado a sacar la acreditación para el festival. A Salvador no lo conocía del todo, hasta ahora, lo único que sabia, era que le cagaba que le dijeran Chavita o Chava, Lo raro fue como nos conocimos. Viajando rumbo a Cannes me tocó sentarme junto a él, sin saber que era el esposo de la N, realmente fue extraño, sobre todo al analizar un poco las condiciones: dos mexicanos, en el mismo vagón, los cuales aparte de ser mexicanos tienen una persona en común, si dos mexicanos entre una bola de franceses alcohólicos, un grupo de hippies drogadictos, una mujer peruana que cada dos horas fue a preguntar si ya habíamos llegado a Mónaco, al final solo era una casualidad.
Era mi tercer día en el festival, ya conocía un poco la ciudad, había visto buenas y muy malas películas, y empezaba a entender lo que es el trabajo periodístico, (para mi nada emocionante) pude entrar a la fiesta de la película que abrió el festival y hasta ese sábado, había tenido la oportunidad de conocer Cannes a través de sus habitantes. Las primeras noches en Cannes las pasé en la casa de una francesa, su nombre no tiene mucho caso que lo mencione. Ella era una persona ya un tanto grande, sola, que vivía en un pequeño departamento lleno de adornos hindús y lo que según ella llamaba estilo Feng shui. Antes de aceptar quedarme ahí, había visto opciones de hospedaje en Cannes, lástima que para estas fechas, todos hacen su agosto, creen que todos los que van a Cannes son millonarios; con la mujer Budista fue casi lo mismo, de hecho aun me pregunto si realmente era budista después de lo que me cobró, no la pasé mal, pero me sentí estafado, pagué lo que podría haber pagado en un hostal o bien en un campamento. Pero para las fechas del festival, encontrar un lugar en Cannes a buen precio es algo difícil o simplemente no existe. La acreditación como periodista en el Festival no te asegura tu hospedaje, esta es una de las razones por las cuales todos los hoteles, hostales y departamentos son muy caros. Después de haber estado en el departamento de la budista, a través de una página llamada couchsurfing, contacté a dos personas que me alojarían por tres noches, lo que me ahorraría el dinero de la estancia.

El día couchsurfing

─ Tu le connais? (¿Lo conoces?)
─ No, et toi? (No, ¿y tú?)
-Oui… c’est personne… (Si, no es nadie…)
No sé si era un tanto el efecto del alcohol, o l’herbe, pero el comentario de Oda, estaba por definir lo que quedaría para mí como significado del festival. Cuando caminas por Cannes bien vestido, hay muchos fotógrafos que te detienen para que poses ante ellos, claro esto siempre que vayas bien vestido, de igual forma saliendo de las funciones de gala donde todos van vestidos con smoking y trajes de noche. Hay cientos de fotógrafos tras una barrera y comienzan a disparar mientras alguna vedette sonríe, simulando tener orgasmos al recibir los flashes de una docena de fotógrafos.
Oda formaba parte del grupo de amigos de Aude et Lois, quienes me dieron hospedaje durante casi cuatro días. Cuando estás de viaje por poco tiempo es obvio que no conoces a las personas a profundidad, pero tiene sus ventajas, permiten una convivencia más rápida y fluida: la cerveza, la música y l’herbe. Disfruté mucho de la compañía de gente que no estaba muy interesada en el festival. Pude asolearme en una playa cerca de Cannes y probar un poco de agua helada de mediterráneo. Con ellos visite Nice y bebí en gran cantidad de bebidas embriagantes. Me identifiqué mucho con ellos por algunas situaciones que pasaron y que comúnmente me ocurren a mí, como aquel día en el que le volaron el estero al coche de Oda, le expresé algo en francés, que traducido diría: –que mal pedo, tu estéreo- él dijo: –hijos de la chingada se volaron mi estéreo-. También aquel día, que Aude, por estacionarse terminó sin un retrovisor, todo esto me hizo sentir situaciones que trajeron consigo varios flash backs. Sentí tristeza saber que me quedaba poco tiempo al lado de mis nuevos amigos, había disfrutado en verdad de su compañía, además eso implicaba tener que buscar otro lugar donde dormir, de nada sirvió pedirles una noche mas de alojamiento, tenían planeado un tour por Bordeux.
Me tuve que despedir e ir pensando en donde iba a dormir el lunes, sobre todo porque mi objetivo era ver por último la película de Tarantino y dejar Cannes.
Para el lunes comenzaba a rodar por mi cerebro una idea tonta de pasar la noche en la playa, realmente lo pensé poco y recordé algo que el amigo Chavita dijo: Si te quieres quedar más tiempo y de plano no encuentras donde quedarte, yo te puedo echar la mano, tú no te preocupes… Hablé con Chavita ese día para preguntarle si había chance, solamente dijo que le siguiera buscando.
El festival tiene dos caras, una es todo lo que puedes ver en la tele: el desfile en la alfombra roja, los pingüinos, las mujeres de cuerpos perfectos, las joyas, los autos, el votox, el silicón, los hombre de smoking y bronceados UV. La otra cara es el cine, pero el que se aleja de todo lo que es el glamur, bueno para ese momento para mí lo era, realmente me olvidé por completo de donde pasar la noche ese día, sobre todo por el hecho de dedicarme a ver películas. Por un momento regresó en mi la incógnita, de donde dormir cuando entré a ver “Daniel y Ana”, sobre todo porque una película tan mala te hace recordar donde estás (estás en Cannes viendo una porquería y recuerda no tienes dónde dormir). Entre películas, el tráfico vehicular, el paso de alguna celebridad, etc., se pasa el tiempo bastante rápido. Estaba en un coctel del IMCINE, y aproveche para borrar la idea de donde dormir con un poco de alcohol, bueno a decir verdad tenía que ser mucho para no preocuparme y simplemente terminar borracho dormido en la calle. Hubo un momento donde extrañe las platicas interesantes, y a mi oído llego el sonido de una voz fresa y pedante que presumía haber gastado dos millones y medio de dólares en “Daniel y Ana”, lo que hizo sentir más necesidad de los tequilas que estaban ofreciendo, el estar entre mexicanos me hizo pensar que podría conseguir asilo con alguno de ellos, pero todos me decían lo mismo, hubo uno que me dijo: ─si no te preocupes, tu espérame tantito deja moverme un poco y te consigo, tu nada mas aguántame ─ sabía que no regresaría. Ahora entiendo que el hecho de haberle regalado un cigarro y el haberle platicado como había llegado a Cannes (situación que según él era interesante) bastaban para hacer falsas promesas.

La noche que no dormí

Time takes a cigarette, puts it in your mouth
You pull on your finger, then another finger, then your cigarette
The wall-to-wall is calling, it lingers, then you forget
Ohhh how how how, youre a rock n roll suicide”
-Ziggy Stardust-

El coctel había terminado, me encontraba en el cinema de la Plage con el amigo Valerio. La canción con la que terminaba la película de Ziggy Satardust casi causó un efecto de calma, y ya no me importó mucho en donde dormir. Valerio, era un director de Brasil que había venido a Cannes con el propósito de presentar su cortometraje en la esquina de los cortometrajes del Palais; creo que después del coctel mexicano, Valerio fue la única persona con la que pude conversar de cine, bueno era la única persona que aunque no compartíamos idioma tuvo un platica bastante entretenida e interesante; también le pregunté si era posible alojarme en el lugar donde estaba pero él no titubeo y me dijo que no, lo que no me incomodó por lo menos fue honesto, creo que gracias a eso pude seguir platicando con él sin sentir ningún remordimiento. Valerio, al igual que yo, compartía mucho de lo que pensaba acerca del festival, él estaba decepcionado de no poder ver todas las películas, pero igual que yo, empezaba a dudar de que todo lo que se mostraba en competición fuera realmente bueno, para mí el mejor cine lo había visto en la semana de la crítica, aunque no por eso quiera decir que dentro de los filmes de competición había solo malas películas, yo tampoco alcance a ver todo lo que quería, pero me dio gusto saber que hubiera tanta gente apasionada por el cine y no por el espectáculo que se trae a Cannes.
Al final, la noche del lunes, la pasé en la calle, más bien dicho entre la calle, el Palais y la playa. Todo fue extremadamente repetitivo, de alguna forma intentaba dormir y nunca logré encontrar un lugar donde hacerlo, tengo que decir que las playas en Cannes son frías por la noche, que incluso en primavera la arena es muy fría. Imagino que para los guardias de seguridad yo fui como un fantasma dentro del Palais, caminaba por los stands vacios, me sentaba en las salas a ver el resumen del día y dormitaba un poco, llegaba seguridad y solo se me quedaba viendo con extrañeza, me tenía que mover para no causar sospechas, fue todo un Déjà vu tras otro, entraba y salía, por las calles pasaba una y otra vez por el mismo aparador, en la playa los perros de vigilancia me ladraban, los vagos no dejaban dormir porque reclamaban su lugar, intenté entrar a varias fiestas pero creo que mi ropa arrugada en ese momento no era la mejor carta de presentación, y mucho menos en este festival. Logré aguantar la noche sintiéndome una especie de sonámbulo, más un zombi, no es muy buena idea pasar la noche en una ciudad que casi no duerme o por lo menos no durante el festival, a las 5 de la mañana cuando parecía todo estar tranquilo y encuentras una esquina cálida en la playa las maquinas de limpieza no te dejan dormir. Creo que la próxima vez que duerma en la calle voy a analizar las cosas un poco más o, por lo menos, me aseguraré de estar preparado con una buena cantidad de alcohol, así todo eso que decía Bowie en la canción dejará de tener sentido.
El martes por la mañana, como no había dormido, entré a la función de la película de Almodóvar, por motivos suficientes, creo no haberla visto o bueno creo haber mezclado mis sueños con lo que era la película. No recuerdo si yo era el que estaba dormido pero juraba escuchar detrás de mi un señor roncando, pienso que tal vez era un sueño el estar en la sala del cine escuchando a alguien roncando, que tal vez el que roncaba era yo, y por eso al final la película se me hizo un tanto extraña, pero muy Almodóvar. El martes dormí en Nice, a excepción de la película de Almodóvar, disfruté casi todo el día con buen cine. Ese día no fue tan emocionante como el anterior y hasta resulto rutinario; checar las películas que iba a ver, ir al Monoprix a comprar algo para comer, entrar al cine, entrar al Paláis, caminar, buscar la sombra y sobre todo, observar a toda la gente que alucinaba por ver quién salía de esa limosina.
A Chavita no lo volví a ver, supongo que le molesto que le dijera Chava, jamás me interesó preguntarle más sobre porque le molestaba, creo que era causa de algún trauma de secundaria. El miércoles fue mi último día en el festival, tuve la oportunidad de descansar, de ver la película de Tarantino, verlo hacer espectáculo ante cientos de personas, aprovechar las últimas cervezas en el bar del Palais, y querer quedarme un poco más. No iba a estar más tiempo, para mí lo que estuve en el festival fue lo suficiente para no odiarlo, y a la vez, para poder querer más al cine. El hablar de los viajes resulta un tanto personal, cada quien tiene un punto de vista muy diferente, hasta ahora no he tenido malas experiencias y no puedo hablar mal de ningún lugar al que he ido. Creo que cada quien cuenta las cosas a como les va en la feria y realmente ha sido una buena feria.