24 de mayo de 2010


Los más confiables son los ojetes; nunca cambian.

-Anónimo-

12 de mayo de 2010

Sueño consecutivo de la infancia.


Despertó inmóvil tratando de pasar saliva, las dos manos que apretaban su cuello le impedían siquiera dar un trago para poder mover la masa pegajosa de su garganta y tragarla. Los ojos no le respondían, solo veía la sombra que lo ahorcaba. Esa sombra que apoyaba sus dos manos en su garganta, formaban una soga y con cada impulso sobre su cuerpo lo alejaban de su respiración. Ella, la sombra, descargaba todo su peso en su cuello. Ella mentalmente ( con volumen, peso y cerebro conceptos físicos que parecen no pertenecer a las sombras) gritaba y hacia que el eco se escuchara en otros pensamientos; gritaba. MUERE, MUERE, MUERE MALDITO HUMANO!!

Los gritos de el nunca podrían salir de esa, ahora delgada garganta, no hay paredes que puedan hacer rebotar los sonidos en ese túnel profundo, solo se siente la vibración de un sonido mudo. Al final, un extraño sonido que parece describir lo que era un grito sale de su boca, como saliva matutina que acompaña un sueño profundo. No hay recuerdos de ella, no hay sonidos, no hay marcas en su cuello, despierta, olvidado de lo que paso y en un instante vuelve a un sueño profundo, extrañado como todos aquellos días en que ella lo visita.